JOAQUÍN MARÍA CRUZ QUINTÁS (Jaén, 1981) es licenciado en Filología Hispánica por la UJA. Doctorando en posesión del Diploma de estudios avanzados (DEA), otorgado por las Universidades de Jaén y Granada, dentro del Programa interuniversitario de doctorado El Veintisiete desde hoy en la literatura española e hispanoamericana (La Edad de Plata). Profesor de Lengua castellana y Literatura y Latín en el I.E.S. Ruradia (Rus, Jaén).

Rebautismos callejeros

Paseaba hace unos días por el Jaén renombrado, aunque no por sus hazañas ni gentes --que quizá lo merezcan, no lo pondré en duda--, sino por haber convertido los rótulos de sus calles en una superposición de nombres absurdos, como si fueran palimpsestos o muros desordenados de carteles publicitarios.

Esta fijación por cambiar nombres de calles como quien fija carteles responde a una estrecha forma de pensamiento que, acaso con tan buena intención como incultura, deja al descubierto a quienes postulan semejantes políticas. Porque si se eliminan los nombres de ciertas personalidades sin culpa demostrada pero con cargos en una época concreta de nuestra Historia, habría que suprimir igualmente los casos similares de otros períodos anteriores.

Pero hay que valorar lo positivo de este tipo de decisiones, muy beneficiosas para lo que se viene llamando, algo pretenciosamente, "risoterapia". Ejemplo: A la antigua plaza de las Batallas, que gira sobre el eje del gran monumento de Jacinto Higueras, nuestros políticos la han rebautizado como Plaza de la Concordia, que es una cosa muy emotiva y dulcecita, como de repostería. A los susodichos eso de las batallas les debe de recordar a Franco una barbaridad, y es posible que hasta vean camisas azules en la estatuaria de la batalla de las Navas de Tolosa (1212) y la de Bailén (1808), las dos únicas que conmemora el monumento. Si no lo relacionaran con el franquismo no tendría sentido que hayan dejado el nombre de "Batalla de Bailén" a una calle unos metros más arriba. Sonriamos al pasar por ella.

Leemos en El camino de Miguel Delibes que en los pueblos no existía demasiada misericordia al aplicar el sacramento del bautismo, tan horribles eran muchos nombres. Lo de nuestros políticos no es déficit de estética, sino de ética, cultura y sentido del ridículo. 

Joaquín María Cruz Quintás.

Los textos más leídos del blog