JOAQUÍN MARÍA CRUZ QUINTÁS (Jaén, 1981) es licenciado en Filología Hispánica por la UJA. Doctorando en posesión del Diploma de estudios avanzados (DEA), otorgado por las Universidades de Jaén y Granada, dentro del Programa interuniversitario de doctorado El Veintisiete desde hoy en la literatura española e hispanoamericana (La Edad de Plata). Profesor de Lengua castellana y Literatura y Latín en el I.E.S. Ruradia (Rus, Jaén).

Retazos de fraseología y léxico jaenés (XXIX)

Contri: Resulta curioso el habitual empleo que en las capas populares jaencianas se realiza de las expresiones “contri más” y “contri menos”, deformaciones últimas de las locuciones adverbiales “cuanto más” y “cuanto menos”, que presentan en un estado intermedio de desvirtuación las formas “contra más” y “contra menos”. Ambas se emplean para contrastar afirmaciones contradictorias, si bien nunca en el sentido de locución adverbial, como en el ejemplo que sigue: “No aprobaste el año pasado que era más fácil, cuanto menos este”. Pero sí en el caso antedicho, como locución adverbial: “Contri más me esfuerzo, peor nota saco, maestro”.

Forullo: Entre las delicadezas léxico-morales que aprendí de mis alumnos baezanos, se encuentra la hermosa voz de “forullo”, muy cara a sus gustos adolescentes. Es deformación del coloquialismo “zurullo” (pedazo rollizo de materia blanda, excremento humano), el cual muestra a su vez otras desviaciones en la provincia, como es el caso de “cerullo”. Que viene a ser lo que, cuando acude uno al médico con solturas intestinales, suele designar, en plural y no sin esfuerzo de la mente, “deposiciones”.

Joaquín María Cruz Quintás 

Las sociedades enfermas

Acabo de leer en prensa la noticia del fallecimiento de una mujer en el metro de Roma a manos de un canalla que pasaba por allí, con el que estaba discutiendo sobre el orden de la fila de pasajeros para acceder al subterráneo. La noticia no dejaría de referir un horrible suceso más de la larga y morbosa lista con la que a menudo nos atiborran los noticieros, siempre bien poblados de criminales e individuos que han perdido definitivamente la dignidad y la moral. Pero al terror que entraña  el asesinato de una persona, con el agravante de una motivación nimia, tenemos que sumarle en esta ocasión el perjuicio de la desidia social: Ninguno de los testigos que ocupaban aquel andén movieron un solo dedo para impedir la mortal agresión.

Los hechos son reveladores del clima moral que lleva instalado años en nuestras sociedades del supuesto primer mundo. Al encumbramiento del Bienestar como valor supremo, le ha seguido a modo de inevitable corolario el desprecio por la vida en los casos en los que el amparo de esta ponga en peligro el mantenimiento de aquel (aborto, eutanasia, dejación de auxilio). A lo que habría que sumarle la desaparición de valores y conceptos ancestrales que han pasado a ser considerados antiguallas (como las nociones de “prójimo” o “pecado de omisión”) en beneficio de un materialismo y un individualismo erigidos en piedras angulares de una generación que se da golpes de pecho ante el altar mediático de la hipocresía, lamentando el sufrimiento de los hombres que languidecen tras el televisor, mientras huye despavorida o sencillamente calla cuando le puede oler el aliento a la desgracia ajena. Cuando ve amenazado su estatus y su vida holgada de devoto del Bienestar.

Joaquín María Cruz Quintás 




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