Cierto que recibí con expectación la irrupción en las calles del movimiento de los indignados, a la espera y búsqueda de elementos de juicio lo suficientemente significativos. Una semana ha pasado ya. Creo que lo suficiente para extraer conclusiones:
- Es evidente que urge una renovación de los métodos y procedimientos de nuestros gobernantes, una reforma de algunos elementos del sistema social y político, una purificación de costumbres enquistadas, un retorno a la dignidad y la ética en las formas de gobernanza.
- Es patente que nada se conquista por medio de la inacción y el marasmo, ni del cabreo sofocado en las discusiones de taberna y cafetería. Se hace perentoria una respuesta cívica y mayoritaria contra muchos políticos, contra su mediocridad.
- Convivimos, sin embargo, en un sistema democrático y liberal en el que existen unas reglas de juego aceptadas por la inmensa mayoría. Defender la democracia violando arbitrariamente las normas de convivencia (desobedeciendo la ley) viene a ser algo así como defender la naturaleza y sus bondades talando árboles a destajo.
- Emplear el término "revolución" en un ámbito social de libertades tiene como corolario despreciar la voluntad silenciosa de la mayoría. Hacerlo, además, para nombrar a un movimiento que reúne a unos pocos miles de personas en una ciudad de cinco millones de habitantes tiene, por añadidura, un matiz humorístico nada despreciable.
- No se actúa con franqueza al afirmar que este movimiento (a)político carece de ideología, que está abierto a ciudadanos de todo ámbito, cuando postula un ideario marcadamente anticapitalista, socialista en su esencia, en tanto que defensor de supuestos de máximo intervencionismo. No en vano, ha conseguido el apoyo de grupos políticos de izquierda, como Bildu, o de derecha, como Falange española. A ambos los une una sólida convicción antiliberal.
- La voluntad de cambio y reforma, siendo aspiración muy sana, ha de ser encauzada por los caminos de la racionalidad y la experiencia (la Historia), aparcando peligrosos romanticismos que, después de habernos liberado de nuestras indignaciones personales y colectivas, pueden arrojarnos directamente al abismo. Algunas de las propuestas del grupo son las mismas que se aplican o aplicaron en las dictaduras socialistas de Hispanoamérica o de la antigua Unión Soviética.
- He visto con mis propios ojos la extraordinaria violencia verbal de algunos de los participantes en la manifestación ilegal. Las unidades móviles de los medios de comunicación cercanos a la derecha liberal han sido dañadas o han tenido que abandonar el recinto escoltadas por las fuerzas de seguridad. Supongo que Sol estará habitado por algunos de los mayores amantes de la paz que conocerse pueda. Pero yo he visto lo que he visto: actitudes no encontrables en otros espacios de rebeldía y protesta.
- El gobierno de un país democrático no puede permitir que se vulnere la ley con impunidad, porque de esta manera estaría sentando un precedente extraordinariamente peligroso que obligaría a conculcar el principio de igualdad en acontecimientos futuros, para evitar males mayores.
- Me genera suspicacias el hecho de que este movimiento haya surgido una semana antes de la celebración de unas elecciones previsible y definitivamente ganadas por el centro derecha o derecha liberal, en tanto que sus postulados son muy próximos a los de Izquierda Unida, aliada natural de un PSOE completamente desfondado.
- Por contra, no considero sintomático el hecho de que la concentración se celebrara en la plaza donde tiene su sede la Comunidad de Madrid en lugar de en Moncloa, debido a la mayor relevancia urbana y mejor ubicación de la Puerta del Sol.
- Finalmente, creo que, cuando existe un contexto de libertades, ha de ser en la evolución y no en la revolución, en la reforma y no en la ruptura, desde donde parta el camino hacia el verdadero progreso.
- Es evidente que urge una renovación de los métodos y procedimientos de nuestros gobernantes, una reforma de algunos elementos del sistema social y político, una purificación de costumbres enquistadas, un retorno a la dignidad y la ética en las formas de gobernanza.
- Es patente que nada se conquista por medio de la inacción y el marasmo, ni del cabreo sofocado en las discusiones de taberna y cafetería. Se hace perentoria una respuesta cívica y mayoritaria contra muchos políticos, contra su mediocridad.
- Convivimos, sin embargo, en un sistema democrático y liberal en el que existen unas reglas de juego aceptadas por la inmensa mayoría. Defender la democracia violando arbitrariamente las normas de convivencia (desobedeciendo la ley) viene a ser algo así como defender la naturaleza y sus bondades talando árboles a destajo.
- Emplear el término "revolución" en un ámbito social de libertades tiene como corolario despreciar la voluntad silenciosa de la mayoría. Hacerlo, además, para nombrar a un movimiento que reúne a unos pocos miles de personas en una ciudad de cinco millones de habitantes tiene, por añadidura, un matiz humorístico nada despreciable.
- No se actúa con franqueza al afirmar que este movimiento (a)político carece de ideología, que está abierto a ciudadanos de todo ámbito, cuando postula un ideario marcadamente anticapitalista, socialista en su esencia, en tanto que defensor de supuestos de máximo intervencionismo. No en vano, ha conseguido el apoyo de grupos políticos de izquierda, como Bildu, o de derecha, como Falange española. A ambos los une una sólida convicción antiliberal.
- La voluntad de cambio y reforma, siendo aspiración muy sana, ha de ser encauzada por los caminos de la racionalidad y la experiencia (la Historia), aparcando peligrosos romanticismos que, después de habernos liberado de nuestras indignaciones personales y colectivas, pueden arrojarnos directamente al abismo. Algunas de las propuestas del grupo son las mismas que se aplican o aplicaron en las dictaduras socialistas de Hispanoamérica o de la antigua Unión Soviética.
- He visto con mis propios ojos la extraordinaria violencia verbal de algunos de los participantes en la manifestación ilegal. Las unidades móviles de los medios de comunicación cercanos a la derecha liberal han sido dañadas o han tenido que abandonar el recinto escoltadas por las fuerzas de seguridad. Supongo que Sol estará habitado por algunos de los mayores amantes de la paz que conocerse pueda. Pero yo he visto lo que he visto: actitudes no encontrables en otros espacios de rebeldía y protesta.
- El gobierno de un país democrático no puede permitir que se vulnere la ley con impunidad, porque de esta manera estaría sentando un precedente extraordinariamente peligroso que obligaría a conculcar el principio de igualdad en acontecimientos futuros, para evitar males mayores.
- Me genera suspicacias el hecho de que este movimiento haya surgido una semana antes de la celebración de unas elecciones previsible y definitivamente ganadas por el centro derecha o derecha liberal, en tanto que sus postulados son muy próximos a los de Izquierda Unida, aliada natural de un PSOE completamente desfondado.
- Por contra, no considero sintomático el hecho de que la concentración se celebrara en la plaza donde tiene su sede la Comunidad de Madrid en lugar de en Moncloa, debido a la mayor relevancia urbana y mejor ubicación de la Puerta del Sol.
- Finalmente, creo que, cuando existe un contexto de libertades, ha de ser en la evolución y no en la revolución, en la reforma y no en la ruptura, desde donde parta el camino hacia el verdadero progreso.
Joaquín María Cruz Quintás.