JOAQUÍN MARÍA CRUZ QUINTÁS (Jaén, 1981) es licenciado en Filología Hispánica por la UJA. Doctorando en posesión del Diploma de estudios avanzados (DEA), otorgado por las Universidades de Jaén y Granada, dentro del Programa interuniversitario de doctorado El Veintisiete desde hoy en la literatura española e hispanoamericana (La Edad de Plata). Profesor de Lengua castellana y Literatura y Latín en el I.E.S. Ruradia (Rus, Jaén).

Retículas: 15-M

Cierto que recibí con expectación la irrupción en las calles del movimiento de los indignados, a la espera y búsqueda de elementos de juicio lo suficientemente significativos. Una semana ha pasado ya. Creo que lo suficiente para extraer conclusiones:


- Es evidente que urge una renovación de los métodos y procedimientos de nuestros gobernantes, una reforma de algunos elementos del sistema social y político, una purificación de costumbres enquistadas, un retorno a la dignidad y la ética en las formas de gobernanza.
- Es patente que nada se conquista por medio de la inacción y el marasmo, ni del cabreo sofocado en las discusiones de taberna y cafetería. Se hace perentoria una respuesta cívica y mayoritaria contra muchos políticos, contra su mediocridad.
- Convivimos, sin embargo, en un sistema democrático y liberal en el que existen unas reglas de juego aceptadas por la inmensa mayoría. Defender la democracia violando arbitrariamente las normas de convivencia (desobedeciendo la ley) viene a ser algo así como defender la naturaleza y sus bondades talando árboles a destajo.
- Emplear el término "revolución" en un ámbito social de libertades tiene como corolario despreciar la voluntad silenciosa de la mayoría. Hacerlo, además, para nombrar a un movimiento que reúne a unos pocos miles de personas en una ciudad de cinco millones de habitantes tiene, por añadidura, un matiz humorístico nada despreciable.
- No se actúa con franqueza al afirmar que este movimiento (a)político carece de ideología, que está abierto a ciudadanos de todo ámbito, cuando postula un ideario marcadamente anticapitalista, socialista en su esencia, en tanto que defensor de supuestos de máximo intervencionismo. No en vano, ha conseguido el apoyo de grupos políticos de izquierda, como Bildu, o de derecha, como Falange española. A ambos los une una sólida convicción antiliberal. 
- La voluntad de cambio y reforma, siendo aspiración muy sana, ha de ser encauzada por los caminos de la racionalidad y la experiencia (la Historia), aparcando peligrosos romanticismos que, después de habernos liberado de nuestras indignaciones personales y colectivas, pueden arrojarnos directamente al abismo. Algunas de las propuestas del grupo son las mismas que se aplican o aplicaron en las dictaduras socialistas de Hispanoamérica o de la antigua Unión Soviética.
- He visto con mis propios ojos la extraordinaria violencia verbal de algunos de los participantes en la manifestación ilegal. Las unidades móviles de los medios de comunicación cercanos a la derecha liberal han sido dañadas o han tenido que abandonar el recinto escoltadas por las fuerzas de seguridad. Supongo que Sol estará habitado por algunos de los mayores amantes de la paz que conocerse pueda. Pero yo he visto lo que he visto: actitudes no encontrables en otros espacios de rebeldía y protesta.
- El gobierno de un país democrático no puede permitir que se vulnere la ley con impunidad, porque de esta manera estaría sentando un precedente extraordinariamente peligroso que obligaría a conculcar el principio de igualdad en acontecimientos futuros, para evitar males mayores.
- Me genera suspicacias el hecho de que este movimiento haya surgido una semana antes de la celebración de unas elecciones previsible y definitivamente ganadas por el centro derecha o derecha liberal, en tanto que sus postulados son muy próximos a los de Izquierda Unida, aliada natural de un PSOE completamente desfondado.
- Por contra, no considero sintomático el hecho de que la concentración se celebrara en la plaza donde tiene su sede la Comunidad de Madrid en lugar de en Moncloa, debido a la mayor relevancia urbana y mejor ubicación de la Puerta del Sol.
- Finalmente, creo que, cuando existe un contexto de libertades, ha de ser en la evolución y no en la revolución, en la reforma y no en la ruptura, desde donde parta el camino hacia el verdadero progreso.

Joaquín María Cruz Quintás.

Elogio del capitalismo herido

El capitalismo es un sistema económico al que seguramente resultará muy difícil escribirle versos, porque las musas no es que sean muy de números. Cualquier socialismo, sea de izquierda o de derecha, marxista o fascista, staliniano o joseantoniano, es mucho más propenso al matrimonio con la pluma y el arte, por muy tozudas que sean las evidencias históricas. Fueron abundantes los poetas que llenaron sus cabezas con ideas de progreso y fraternidad, mientras veneraban a líderes con la mejilla salpicada de sangre eslava. El líder de la Falange caminaba siempre rodeado por una cohorte de poetas, y quienes lo conocieron lo definen soñador. Los discursos de los ministros falangistas en las cortes de Franco bramaban contra un capitalismo que acabaría por considerar al obrero como un simple número en una cadena productiva. Enemigo de hunos y de hotros.

Hoy, con la que está cayendo, se acostumbra a poner en solfa el sistema, obviando que no es este el que falla (¿cuál es la alternativa?) sino el  concepto equivocado del mismo. Su uso fraudulento. Porque el "espíritu del capitalismo" en nada se asemeja al afán desmedido de lujo y a la mentalidad de nuevo rico que nos han enseñado nuestros políticos y que hemos aprendido, cual aplicadísimos alumnos, apartando la vista de lo que hicieron nuestros padres. No es culpable el sistema de que a cualquier mileurista se le ocurra tener una potente berlina y  veranear este año en el Caribe y el que viene en el Báltico. Me decía el otro día un amigo mío que ahora, en su pueblo, la compra de caballos estaba saliendo muy bien de precio, porque todos los albañiles habían puesto en venta el suyo.

Cuando los protestantes, en el siglo XVI, propusieron sustituir el ascetismo católico tradicional, de carácter monástico, por uno nuevo basado no en la contemplación sino en la productividad (otro debate sería el porqué de la supuesta incompatibilidad de ambos), censurando el gusto por la ostentación pero presentando como lícito a los ojos de Dios el afán de lucro, el ahorro y la inversión, dieron forma a lo que se denominaría "espíritu del capitalismo". Que es la antítesis del despilfarro al que nos ha llevado una crisis moral o ética en la que el materialismo como valor, y no la organización económica, ha fomentado actitudes de una ridiculez que ahora se revela, en no pocos casos, trágica.


Joaquín María Cruz Quintás.

Muerto y ¿bien muerto?

Es difícil imaginar un ser capaz de infundir tanta repugnancia en sus prójimos como Osama Ben Laden, el finado presunto, el buceador póstumo. Probablemente, si nos dispusiéramos a iniciar una minuciosa pesquisa que deshojara la Historia de miserias y arcanos, no daríamos con muchos canallas de maldad semejante. Sí con algunos, incluso hoy venerados.

Sin embargo, la noticia de la muerte del genocida nos proporciona un algo trágico; porque humana tragedia es contemplar a través del televisor cómo una multitud congregada entre destellos de neón arroja al aire agudos alaridos de júbilo mientras, liberados sus instintos primeros, profana al unísono la palabra "justicia". Su concepto.

Que todos deseamos la no existencia del criminal no tiene como corolario la conveniencia de sodomizar el Derecho Internacional, que es lo que ha ocurrido en esta ocasión. Pero, por encima de tal quebrantamiento, lo que encontramos es una nueva desobediencia del principio de la inviolabilidad omnímoda de la vida humana. Intocable. Sagrada. Hasta la del mismísimo Belzebul de las barbas de chivo. Hasta la de los asesinos con boina de paleto cuando el escándalo de los GAL. Y es ese discernimiento entre el espíritu y la hez lo único que confiere al ser humano su grandeza moral.

Fueron los primeros cristianos quienes alzaron la palabra --su único armamento legítimo-- contra los excesos sanguinolentos y opresores de una Roma a la que, por esas y otras circusntancias, identificaban con el Anticristo. Entonces, como ahora, el timbre de su voz rebota en las paredes, en un eco de la conciencia, cuando defiende la Vida como el Bien superior que ha de ser custodiado desde la concepción hasta su muerte natural. En nuestro tiempo, esta convicción ha sido adoptada, sacrílegamente, por el pensamiento progre o adolescente (perdón por la redundancia), travistiéndolo de lo que ha venido denominándose "buenismo" en una mudanza de la máxima moral, sustituyendo el valor sacrosanto de la vida humana por el más comodón del bienestar o la ausencia de dolor. Y así, amparándose en argumentos peregrinos, la izquierda mayoritaria tolera sin azararse, cuando no publicita hasta el extremo, formas indoloras de homicidio, mientras la derecha hegemónica, que ha conseguido agostar sus raíces cristianas, le pone una vela a Dios y otra a Maquiavelo. Y esta sí que la enciende con devoción.


Joaquín María Cruz Quintás.

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