JOAQUÍN MARÍA CRUZ QUINTÁS (Jaén, 1981) es licenciado en Filología Hispánica por la UJA. Doctorando en posesión del Diploma de estudios avanzados (DEA), otorgado por las Universidades de Jaén y Granada, dentro del Programa interuniversitario de doctorado El Veintisiete desde hoy en la literatura española e hispanoamericana (La Edad de Plata). Profesor de Lengua castellana y Literatura y Latín en el I.E.S. Ruradia (Rus, Jaén).

Quietud

"El Ángelus", de Jean F. Millet
Ha regresado la tarde de primavera abriéndose desde los canceles sobre las espadañas y las esquilas de los conventos baezanos. De nuevo las golondrinas. De nuevo se columbra el Aznaitín tras el proscenio urbano de tejados a dos aguas, cal y cipreses como ventanas medievales descollando entre los patios. De nuevo el merino de San Antonio balando en soledad, de nuevo la frescura de los huertos de alcarciles camino del cementerio. Allí, a la atardecida, los cipreses en su mitad dorados por la lumbre de Occidente. Jabalcuz, la montaña mítica, sombrea la ciudad lejanísima. Su catedral diminuta entre brumas. Se oye ladrar a los perros cancerberos, leones domésticos en sus reinos de pimientos y tomates. Corrientes silenciosas de agua subterránea y el ronroneo de los gatos sobre las tapias. Un tractor a contraluz, lejano, como en un cuadro de Millet, arroja un velo rumoroso sobre el día que muere. Sólo los jadeos del corredor exhausto profanan esta quietud sin término ni horizonte.

Es mentira (II)

"Los recortes en Educación no afectarán a la calidad de la enseñanza".

No es cierto.

Fundamentalmente porque entre las medidas anunciadas se contempla ampliar la ratio de alumnos por aula. Y teniendo en cuenta que el actual sistema educativo (escolar, pero también familiar) ha favorecido la indisciplina y el igualitarismo (con el consecuente y sistemático cuestionamiento del principio de jerarquía), el aumento de alumnos implicará, salvo excepciones, un aguzamiento del problema.

Es cierto, sin embargo, que nuestra ratio actual es inferior a la europea. Es cierto también que el gasto por pupilo que realiza la administración finlandesa, cuyo sistema educativo se considera el mejor, es notablemente inferior al español. Pero también lo es que aquellos son países civilizados, inteligentes, del Primer Mundo y en los que se pasan los días lloviendo.



Joaquín María Cruz Quintás

Es mentira (I)


“Franco siempre se mostró contrario a la democracia”

No es cierto.

De hecho, el que luego sería Jefe del Estado fue el encargado de defender la legalidad democrática tras el intento de golpe de Estado contra la República que llevaron a cabo las izquierdas revolucionarias, entre ellas un PSOE bolchevizado bajo la dirección de Largo Caballero, la Esquerra Republicana de Cataluña, los anarquistas, etc.

No sólo eso, sino que en 1932, tras el intento de golpe militar del general Sanjurjo, le había escrito:

Usted, al haberse sublevado y fracasar, se ha ganado el derecho a morir.

Anteriormente, tras el fallido golpe de Estado republicano contra la Monarquía de 1930, en el que participó muy decisivamente su hermano, el anarquista Ramón Franco, también le había censurado con vehemencia su actitud:

si pudieras escuchar hoy a los que se embarcaron contigo en la loca aventura, desengañados de sus errores, te convencerías de que lo que podía encajar en el cuadro de mediados del pasado siglo es imposible hoy en que la evolución razonada de las ideas, democratizándose dentro de la Ley, constituye el verdadero progreso de la Patria, y que toda revolución extremista y violenta la arrastrará a la más odiosa de las tiranías.

La progresiva deshumanización y descontrol de la II República le harían cambiar paulatinamente de opinión. Para él, la democracia había sido un intento noble, pero fracasado en España.

Joaquín María Cruz Quintás

Es mentira

Nueva sección para el blog en la que pondremos de manifiesto algunos errores o embustes (históricos o de actualidad) tomados a menudo por verdaderos.

España rediviva, redimible

La víctima de la fiesta, de Ignacio Zuloaga
Una de las bondades que debería propiciar la maldad de esta ruina que atenaza a España es la del alumbramiento de una nueva (vieja) ética que regenere nuestra mentalidad, codiciosa hasta la fecha: Una crisis de la conciencia.

Los regeneracionistas de Joaquín Costa y los profesores de la Institución Libre de Enseñanza acaso fueran unos náufragos finales en su voluntad de inhumar los vicios de sus compatriotas no por la política, sino por la Educación. "España es una sombra y apariencia de nación", escribió el aragonés en las primeras décadas del siglo pasado, y hoy, como entonces, se hace imperativo educar para la voluntad, frente a la abulia; para la liberalidad  y para la acción , frente al pasmo o la ataraxia. Voluntad racional alejada de sentimentalismos. Amputada de sensibilidades inocuas e inicuas, de populismo. De amoralidad.

¿Es España redimible? Lo será en tanto no se caiga en el trampantojo de asimiliar la enfermedad con sus síntomas o confundir la poda con el abono. Las enfermedades graves no tienen cura inmediata, pero nos arrojan la certeza de los pasos tuertos en el camino.

Redimir por la Educación. Pero, ¿quién educa en España? ¿Los padres? ¿Los maestros? ¿Los profesores? ¿Una televisión interesada en el negocio crematístico o en el rédito político? ¿Dónde se educa en España? ¿En los hogares? ¿En las escuelas? ¿En los institutos? ¿En los platós de colores y personajes chillones? ¿En las ficciones que reproducen en televisión los esquemas vitales de los acomodaticios y sus contravalores?

Redimir por la solidaridad, por la identidad. Pero, ¿qué es España? ¿Cuál es su verdadera personalidad, por cuya pérdida se lamentaba Picavea en las primeras décadas del siglo pasado? ¿Cuál el espíritu territorial del que hablaba Ganivet? ¿Cuál es nuestro proyecto común, si nos esclavizan las mentiras románticas de los nacionalismos y nos avergonzamos insolidariamente de lo que nos es mutuo y recíproco?

Redimir, finalmente, desde la modernidad europea. La misma que Zuloaga postulaba coloreando de pinceles la negrura cotidiana. España europea que  Ortega anheló siempre con la amargura sombría del horizonte aplastándole la pluma sobre las cuartillas.

Hoy, sin embargo pero con esperanza, queremos pensar que esa redención -frustrada- es posible. Desde abajo, siempre.

Joaquín María Cruz Quintás

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