JOAQUÍN MARÍA CRUZ QUINTÁS (Jaén, 1981) es licenciado en Filología Hispánica por la UJA. Doctorando en posesión del Diploma de estudios avanzados (DEA), otorgado por las Universidades de Jaén y Granada, dentro del Programa interuniversitario de doctorado El Veintisiete desde hoy en la literatura española e hispanoamericana (La Edad de Plata). Profesor de Lengua castellana y Literatura y Latín en el I.E.S. Ruradia (Rus, Jaén).

¡A los cables con Ella!


Cuando el Gordo Penitente -aquel capataz de la hermandad de los Gitanos que debió de asemejarse a una albóndiga de cuaresma- dijo, arengando a sus costaleros, aquello de "¡A los cables con Ella!" (a los cables del antiguo tranvía sevillano), nunca imaginó que en el siglo XXI se le iba a recordar por esto, no sólo en Sevilla, sino en Jaén, tan lejana. Ni tampoco lo pudo intuir aquel costalero llamado el Balilla, a quien lo que su capataz les decía le supo a poco y alumbró, ipso facto, la expresión hoy tan extendida de "¡Al Cielo con ella!"

El faraónico despropósito que supondrá la próxima obra del tranvía de Jaén (17000 millones de pesetas y la casi anulación para el tráfico no tranviario del Paseo de la Estación) mutará, es evidente, el paisaje urbano de una parte muy importante de la ciudad. Cuando las cofradías de los nuevos barrios se aproximen -el paso cadente y sobrio, o bien airoso y alegre- al itinerario oficial de la calle Roldán y Marín dibujarán un lienzo que podremos calificar cuando menos de esperpéntico. Será el momento en el que muchos rememoren la escueta arenga del Gordo Penitente, aunque mudando la intención y variando la receptora: "¡A los cables con ella!"

Dios mío, pobre alcaldesa.


Joaquín María Cruz Quintás

Retazos de fraseología y léxico jaenés (V)

-Tirajito: Variante de la voz “esterajito”, recogida por Alcalá Venceslada en su Vocabulario andaluz. Con esta se aludía a las esteras y lonas de esparto que, habiendo sido utilizadas durante la recolección de la aceituna, se “tiraban” a las lumbres de San Antón, la noche del 16 de enero, como trapo viejo. De ahí, probablemente, la alteración del término.

Llegó a popularizarse entre niños y adolescentes (chaveas, en Jaén) un cantar para pedir la colaboración de los vecinos en estos menesteres (“Queremos tirajitos, queremos tirajitos, queremos tirajitos, pa´ la lumbre de San Antón”). Como apunta López Pérez, algunos de entre los zagalones solían añadir aquella coda –un tanto quevediana- de “cuatro peos y un follón”, de indudable belleza lírica.

- ¡Date!: Interjección medularmente jaenesa y actualmente en casi completo desuso. No en vano, es posible seguir escuchándola en boca de personas de cierta edad. Se emplea para expresar que se ha caído en la cuenta de algo, que nos hemos percatado de cierta cuestión ignorada o preterida hasta ese momento.

Joaquín María Cruz Quintás

Religados a la ideología

Cuando el irlandés George Moore escribió, en los primeros años del siglo XX, el drama The apostle, no hizo sino plantear una exégesis racionalista a propósito del apóstol de los gentiles. Pablo, en la obra, renuncia a su Fe en Cristo resucitado, pero conserva la ideología del cristianismo.

La concepción ultrarracionalista (positivista) encuentra contradicción entre la avidez de trascendencia (realidad suprarracional) y el mantenimiento de unos esquemas mentales cimentados en el empirismo científico. Idea que viene gozando de éxito en amplios sectores culturales al menos desde la Ilustración -con el paréntesis del Romanticismo- y que permanece varada en el andamiaje conceptual de este Occidente que hace trágico honor a su nombre (Occidere: morir. Occidente: Donde muere el sol). La agonía es lenta, como la de una mujer a la que mataran de hambre para que no sufriera más. Pero certera.

La devaluación o profanación de la Fe en ideología se erige en una de las claves para comprender el siglo XX y el actual. A la popularización del rechazo de lo Trascendente, del Misterio, contribuyeron de manera decisiva las ideologías que asientan sus cuatro patas en el materialismo, y al encumbramiento de estas debemos buena parte del mal de muerte que aqueja a nuestra civilización: la desesperación pagana, causa primigenia del desmoronamiento del Imperio romano, la primera vez que cayó “Europa”.

Esta religión-ideología incorpora sus correspondientes momentos de éxtasis divino (“haz el amor y no la guerra”). Incluso posee un interesante repertorio de dogmas propios, que pueden ser muy versátiles, como saben: desde el “Prohibido prohibir” del mayo francés a las más recientes y algo cutres de “No probarás el vino”, “Comerás conejo” o “Sólo utilizarás bombillas de bajo consumo”. Tampoco faltan en la otra margen quienes, carentes del sentido de la medida, divinizan el Mercado como ente totémico que aliviará el peso de nuestras culpas (“Nunca jamás regularás”), que es algo así como ponerle exvotos a la rueda de Fortuna, o confundir una máquina tragaperras con el sepulcro de Santiago.

La crisis que nos afecta es consecuencia de una anterior de valores, que ahora da sus frutos. La elevación del Materialismo ideológico a los altares de una religión de cartón piedra sin fundamento ni asideros es la Génesis de este Apocalipsis.

Joaquín María Cruz Quintás



Retazos de fraseología y léxico jaenés (IV)

- Tallo: Tampoco en Jaén se utilizó nunca la voz “churro” para referirse a esa especie de buñuelo aceitoso y empachoso que la gente gusta de mojar en chocolate caliente. En el Santo Reino siempre se lo denominó “tallo”, por su semejanza con esta parte de algunas plantas. Sin embargo, el efecto globalizador que han supuesto los medios de comunicación de masas acabó por imponer el término actual. “Churro”, palabra cuyo primer testimonio escrito conservado es de 1884, deriva de la voz “churre” -de origen probablemente prerromano, apunta Corominas- y cuyo significado es el de “pringue gruesa y sucia”. Su origen es murciano y manchego, regiones cuyos habitantes eran conocidos antaño por el nombre de “xurros”, en el sentido metafórico de “groseros”.

- Ochío / hochío: La RAE recoge en su diccionario el término “hochío” –con hache- y lo define como “torta de aceite de la que hay distintas variedades, unas dulces y otras con sal y pimentón.” No he visto nunca en Jaén esa palabra escrita con hache, lo cual pudiera tener una fundamentación semántica, ya que, como escribe Rafael Ortega Sagrista en Escenas y costumbres de Jaén, el “ochío” recibe ese nombre –sin hache- por ser la octava parte de un pan, lo cual parece tener buena lógica.

Padrecito Fidel

    Es posible que a mucha gente –fatalmente embaucada por la ponzoñita mediática que viene siendo instilada en España- lo de la manifestación a favor del Régimen cubano del pasado fin de semana en Madrid le haya causado la mayor de las sorpresas: ¿Cómo es posible que dicho acto fuera secundado por partidos como el PCE o IU, si son máximos defensores de la libertad y la democracia? ¿Por qué ondeaban en abrumadora abundancia banderas de la II República entre los manifestantes? ¿Qué hacían allí algunos actores del cine español defendiendo "los valores (sic) de la Revolución"?

    Para el español medio (el que ve todas las tardes las telenovelas politiquillas de sobremesa o se deja inyectar cada noche el aguijón político-socializante de muchas de las series españolas) lo de este sábado le habrá parecido una suerte de montaje televisivo. O quizá habrá pensado que en Cuba, en realidad, se debe de vivir que te jiñas, y que el verdadero montaje es el que hacen en la tele casi a diario con las imágenes de supuestos indigentes cubanos que mendigan a diario las migas de su pan. Todo, menos pensar que ese partido político que fue legalizado en España un Sábado Santo propugna una ideología del color del Viernes inmediatamente anterior.

    Pero los defensores españoles de la Revolución socialista (siempre bien pertrechados de banderitas del Che) vienen a ser, en puridad, los mismos que, en los años de la República, ensalzaron como modelo de imitación al más criminal de los regímenes que hayan conocido los siglos, el del padrecito Stalin, quien tuvo como proeza más encomiable dejar los crímenes de Hitler a la altura de una zapatilla rusa; los mismos que decían que la española era una democracia burguesa, y que el único camino plausible era el de abocar la República hacia el totalitarismo socialista por medio de la Revolución. Todo lo cual sin que a muchos se les cayera la palabra “democracia” de la boca. Ni la cara de vergüenza, tampoco. Algo muy actual, como ven.

    En realidad, al partido de don Cayo le ocurre como al de José Antonio: que siempre le revolotean los “intelectuales” alrededor. Famosa era la corte de poetas que cortejaba al fundador de Falange Española, y conocidos los nombres de la cultura actual que ligotean con el otro extremo: la “intelligentsia rusa”, que diría aquel Inman Fox permeado de idealismo alemán, con más acierto hoy en lo de “rusa” que en lo de “intelligentsia”. Sobre todo porque el término “intelectual”, en tanto que sustantivo con la actual acepción, significa desde el siglo XIX “pensador crítico”, y no beneficiario de la mamandurria ni apologeta de los dogmas revolucionarios.

Joaquín María Cruz Quintás



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