JOAQUÍN MARÍA CRUZ QUINTÁS (Jaén, 1981) es licenciado en Filología Hispánica por la UJA. Doctorando en posesión del Diploma de estudios avanzados (DEA), otorgado por las Universidades de Jaén y Granada, dentro del Programa interuniversitario de doctorado El Veintisiete desde hoy en la literatura española e hispanoamericana (La Edad de Plata). Profesor de Lengua castellana y Literatura y Latín en el I.E.S. Ruradia (Rus, Jaén).

Religados a la ideología

Cuando el irlandés George Moore escribió, en los primeros años del siglo XX, el drama The apostle, no hizo sino plantear una exégesis racionalista a propósito del apóstol de los gentiles. Pablo, en la obra, renuncia a su Fe en Cristo resucitado, pero conserva la ideología del cristianismo.

La concepción ultrarracionalista (positivista) encuentra contradicción entre la avidez de trascendencia (realidad suprarracional) y el mantenimiento de unos esquemas mentales cimentados en el empirismo científico. Idea que viene gozando de éxito en amplios sectores culturales al menos desde la Ilustración -con el paréntesis del Romanticismo- y que permanece varada en el andamiaje conceptual de este Occidente que hace trágico honor a su nombre (Occidere: morir. Occidente: Donde muere el sol). La agonía es lenta, como la de una mujer a la que mataran de hambre para que no sufriera más. Pero certera.

La devaluación o profanación de la Fe en ideología se erige en una de las claves para comprender el siglo XX y el actual. A la popularización del rechazo de lo Trascendente, del Misterio, contribuyeron de manera decisiva las ideologías que asientan sus cuatro patas en el materialismo, y al encumbramiento de estas debemos buena parte del mal de muerte que aqueja a nuestra civilización: la desesperación pagana, causa primigenia del desmoronamiento del Imperio romano, la primera vez que cayó “Europa”.

Esta religión-ideología incorpora sus correspondientes momentos de éxtasis divino (“haz el amor y no la guerra”). Incluso posee un interesante repertorio de dogmas propios, que pueden ser muy versátiles, como saben: desde el “Prohibido prohibir” del mayo francés a las más recientes y algo cutres de “No probarás el vino”, “Comerás conejo” o “Sólo utilizarás bombillas de bajo consumo”. Tampoco faltan en la otra margen quienes, carentes del sentido de la medida, divinizan el Mercado como ente totémico que aliviará el peso de nuestras culpas (“Nunca jamás regularás”), que es algo así como ponerle exvotos a la rueda de Fortuna, o confundir una máquina tragaperras con el sepulcro de Santiago.

La crisis que nos afecta es consecuencia de una anterior de valores, que ahora da sus frutos. La elevación del Materialismo ideológico a los altares de una religión de cartón piedra sin fundamento ni asideros es la Génesis de este Apocalipsis.

Joaquín María Cruz Quintás



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