JOAQUÍN MARÍA CRUZ QUINTÁS (Jaén, 1981) es licenciado en Filología Hispánica por la UJA. Doctorando en posesión del Diploma de estudios avanzados (DEA), otorgado por las Universidades de Jaén y Granada, dentro del Programa interuniversitario de doctorado El Veintisiete desde hoy en la literatura española e hispanoamericana (La Edad de Plata). Profesor de Lengua castellana y Literatura y Latín en el I.E.S. Ruradia (Rus, Jaén).

Retazos de fraseología y léxico jaenés (XVI)

- Vulanico: En la zona de Jaén (también en la vecina Granada) este es el término que reciben las coronas de briznas vegetales y blanquecinas, similares a un pompón diminuto, que, una vez desprendidas de la planta, vagan por el aire con una lentitud propia de su ingravidez, perseguidas a menudo por los chaveas: “Cuchi, mamá, un vulanico”. Al parecer es un derivado de vilano (a su vez de milano), que es el apéndice con pelos de algunos frutos.

- Angustia: Es curiosa la acepción jaenesa de este vocablo, empleado exclusivamente con el significado de náuseas. Se trata de una desvirtuación de su significado primigenio, que no es sino el de “dolor, dificultad, ansiedad, congoja, sofoco”. En puridad, es palabra de la misma familia léxica que angosto o angostura, que aluden a la estrechez física y, por extensión semántica, a las estrecheces o dificultades que una persona puede sufrir en un momento dado.

Joaquín María Cruz Quintás

La civilización de la palabra


La cultura occidental, que lleva más de media Historia indagando libertades y dudosas certezas, está fundada sobre la roca de la Palabra. Fue Heráclito, aquel griego aforístico del siglo VI a. C. llamado El oscuro de Éfeso, quien sin embargo alumbró el concepto que más luz ha arrojado sobre la historia de nuestra civilización: el de logos.

La palabra razonada es fuente de sabiduría, y sólo a su través podremos escuchar la voz de la Inteligencia, a quien Juan Ramón le pediría dos mil quinientos años más tarde que le concediera el nombre exacto de las cosas. Únicamente por medio de la palabra se despliega, liberada de mordazas, nuestra potencialidad de raciocinio y de aprehensión vital. Sólo ella nos proporciona el verdadero Conocimiento.

La idea del logos griego pasa a Roma como verbum, vocablo con el que San Jerónimo traduce en la Vulgata el embrión del evangelio de San Juan, en griego: “Y al principio era el logos, y el logos era con Dios, y el logos era Dios”. El logos cristiano se asimila a la Sabiduría misma, al Espíritu donde radica la esencia del Universo, ergo Dios. He aquí que la Palabra es el elemento axial de los tres pilares de nuestra civilización: Grecia, Roma, Cristianismo.

Hoy, los planes educativos que venimos padeciendo en España desde hace demasiado tiempo siguen despreciando la asignatura que celebra el rito de la palabra. La reducción horaria con respecto de hace unos años es evidente. En segundo de Bachillerato esta es de un 66% menos para la misma cantidad de materia.

Pero la de Lengua y Literatura no es la disciplina peor parada. Los tres basamentos de nuestra civilización no superan hoy en el ámbito académico la calificación de meros, absurdos e inútiles residuos.
Joaquín María Cruz Quintás

Heráclito en la Escuela de Atenas  

A puñadas


El auge paulatino de movimientos ultraconservadores que se viene observando, durante los últimos años, en el seno de algunos partidos políticos españoles es un hecho irrebatible que debería no ser despachado como una cuestión baladí, al menos si se tiene como meta verdadera –y no como trampantojo con el que atornillarse al sillón parlamentario- el Progreso de la nación.

Estas manifestaciones retrógradas o definitivamente partidarias del regreso a la caverna suelen postular principios y gestos políticos que hunden sus pezuñas en los lodazales del siglo XIX y que siguen siendo arrastrados y enarbolados, como bandera del antiliberalismo intelectual, aun en pleno siglo XXI. Lo hemos vuelto a ver hace unos días.

Antiguamente, los partidarios del tradicionalismo inmovilista se situaban en el parlamento en oposición física a los considerados liberales. Pero hoy, extinguidas por consunción las corrientes autoritarias o inmovilistas de cierta derecha cuyo cadáver hace mucho tiempo que hiede, es exclusivamente en el seno de la izquierda política donde rebrotan con vigor –como aparecidos o espectros ávidos de instaurar su reino (mejor diremos república) de tinieblas- vindicaciones de una historia que, aunque empapuzada de sangre y aderezada de esputos, siempre es motivo de orgullo para ellos.

Algunos actuales dirigentes socialistas han afirmado, en descargo de quienes apretaron el puño en Rodiezmo, que ese gesto no es comparable al del saludo romano que adoptaron como propio los movimientos fascistas y nazi. Y la razón está de su lado, porque bajo el estandarte del puño apretado se perpetraron en el mundo unos cien millones de crímenes, que es una cifra que deja la suma de la de todos los fascismos y similares que en el mundo han sido a la altura de una zapatilla, incluido el III Reich del loco alemán. Si repugnantes los hotros, ¿cómo calificar a los hunos?

Los actuales hunos postizos o meramente analfabetos –este calificativo preserva al menos su presunción de inocencia moral- afirman con una convicción de converso que el gesto del puño cerrado ha sido siempre sinónimo de defensa de la democracia y de las libertades, lo cual viene a ser lo mismo que considerar a Hitler benefactor de los judíos. Porque bajo ese símbolo (pongamos como ejemplo solamente España) se atentó reiteradamente contra la II República mediante intentos de golpes revolucionarios para instaurar una dictadura totalitaria que siguiera el modelo soviético, el más sanguinario de la Historia de la Humanidad. Bajo ese símbolo las Juventudes Socialistas se entrenaban, en plena democracia, formando milicias preparadas para llevar a cabo acciones violentas en pos de instaurar ese nuevo régimen, superador de una vigente democracia burguesa que despreciaban. Bajo ese símbolo, en plena democracia republicana, fueron quemadas bibliotecas, iglesias y centros de enseñanza, se asesinó a diestro y siniestro y cientos de obras de arte fueron destruidas para siempre ante la pasividad de las autoridades amigas.

En aquellos años la lucha de clases se realizaba contra una burguesía siempre anatemizada como epicentro de todos los males del proletariado. Hoy, muchos de los que alzan el puño son el paradigma del burgués caudaloso y acomodado en las sinecuras de la administración. Por tanto, al delito de orfandad intelectual o de simple estupidez habrá que añadirle el de fariseísmo. Quizá este sea el más perverso de todos.
Joaquín María Cruz Quintás
Un gesto habitual en la extrema izquierda. 

Retazos de fraseología y léxico jaenés (XV)

-Cebollazo: Dentro de la familia léxica de la voz cebolla (procedente, por otra parte, de la latina cepulla, diminutivo a su vez de cepa) encontramos en Jaén y otros lugares de Andalucía este vocablo empleado para designar la caída aparatosa de una persona o animal.
Existen diversos sinónimos de esta palabra utilizados en la provincia giennense –dentro del registro coloquial- para referirse a dicho acto, a menudo tan involuntario. Son varios los de connotaciones hortofrutícolas -como pegar un melonazo o un aceitunazo, e incluso un porretazo o un porretascazo (de porra, voz que a su vez procede de porrum, puerro)- e igualmente se puede escuchar con cierta frecuencia un verbo tan peculiar como abocinar, con el cual se suele nombrar al acto de caer hacia delante utilizando la barbilla como improvisado tren de aterrizaje.
La voz cebollazo existe en otros países, como México, pero su significado es medularmente distinto: lisonja, encomio o alabanza.
  
- Chinche, chinchoso: La voz chinche está recogida en el diccionario de la RAE con acepciones diversas, entre ellas la de “persona molesta”, como metáfora del insecto hediondo, cojonero y de espíritu muy español que se dedica a ir succionando la sangre del prójimo.
Sin embargo, en las tierras de Jaén es muy habitual su utilización con el significado de persona que tiene algún tipo de molestias y se queja de ellas. Es quizá más frecuente su empleo para aludir a personas de edad y, elementalmente, a los niños y bebés, con uso abundante del diminutivo: ¿Cómo sigue tu nene? Pues hoy está más chinchosillo…

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