JOAQUÍN MARÍA CRUZ QUINTÁS (Jaén, 1981) es licenciado en Filología Hispánica por la UJA. Doctorando en posesión del Diploma de estudios avanzados (DEA), otorgado por las Universidades de Jaén y Granada, dentro del Programa interuniversitario de doctorado El Veintisiete desde hoy en la literatura española e hispanoamericana (La Edad de Plata). Profesor de Lengua castellana y Literatura y Latín en el I.E.S. Ruradia (Rus, Jaén).

Noviembre

La tarde verdinegra de este valle va perdiéndose ya, en lontananza, cubierta por la sierra y sus aristas. Huele a lumbre el frío en la cara y la huerta y los veneros expanden su aliento de carnes rojas, verdes, amarillas. Gonzalo, que corre tras un gorrioncillo, eleva sus brazos de niño, gordezuelos, al infinito, abiertas las palmas hacia el vuelo libérrimo del animal. Y a su grito infantil se suma una sinfonía de esquilas que asciende de los prados como una lluvia ingrávida.

En las casas, los hombres que regresan del campo comienzan a reunirse alrededor del fuego domesticado del invierno, al que imponen sus manos anchurosas de labriegos, cuadradas, como de pintura cubista. A unos pasos del valle sin horizonte, la catedral, iluminada, concisa, recia, adusta en la quietud imposible de la plaza. Y un ensayo de órgano que finaliza los últimos fonemas de una poesía vieja.

                                                                                                                    Joaquín María Cruz Quintás

Españolizar



El problema del verbo españolizar es que tiene varias acepciones, diferentes connotaciones, interpretaciones desiguales. Y claro, esto siempre se presta al equívoco. El ministro Wert, que es hombre desacomplejado y que estructura bien sus discursos --de lo cual tiene conciencia--, pronunció aquella palabra peligrosa en un contexto que se viene obviando y que resulta fundamental para entender todo este pequeño lío. Lo habían acusado de intentar españolizar a los catalanes, léase el verbo con sentido claramente peyorativo. Y su réplica consistió no en cambiar el significante, sino en mantenerlo dándole un giro a su significado, que esas son las virtudes de la polisemia, el doble sentido y el juego de palabras.

Evidentemente, semejante requiebro léxico-semántico (que no carece de un cierto matiz provocador) ha dejado medio aturullados a los profesionales de la planicie mental, esto es, a los políticos de la regla de tres y los epítetos épicos. A un liberal como Wert las convulsiones de algunos siervos intelectuales de la gleba le deben de provocar una sonrisa etrusca de profesor frustado. Y miren que lo primero que hizo después de soltar los canes del verbo prohibido fue glosarlo, explicarlo, acortarles la cuerda y atarles el bozal, que ni San Juan de la Cruz con sus comentarios. Pero ya sabemos que es muy difícil combatir la mezcla de atrevimiento y de simpleza.

El problema de Cataluña es que en las últimas décadas se ha desespañolizado de manera doctrinaria, antinatural, mintiendo sobre la Historia y alimentando mitos que nacieron en el siglo XIX sobre la base de la nada. Españolizar a los alumnos (reespañolizarlos) debe consistir en devolverles el natural e inalienable derecho de conocer la verdad de sus dos identidades complementarias: la catalana y la española. Las de siempre.

Joaquín María Cruz Quintás

Es mentira (III)


“Cataluña fue conquistada por España en 1714”

Es una mentira burda, aunque no por ello menos repetida por muchos nacionalistas catalanes, sobre la que acostumbran legitimar su vindicación de la independencia.

Los hechos hay que situarlos en la Guerra de Sucesión española (y  no de “Secesión” catalana), que se origina con la muerte sin descendencia del último rey de la Casa de Austria, Carlos II. Como es sabido, estos sucesos desembocaron en la llegada del primer Borbón a la corona española, dinastía que ha permanecido hasta hoy con las excepciones del breve reinado de Amadeo de Saboya, los dos períodos republicanos y la dictadura franquista.

Sin embargo, no todos los territorios del Reino de España se mostraron partidarios de los Borbones. Es el caso, entre otros muchos, de Cataluña, muy firme defensora de la causa austracista y de su continuidad en la corona española. Esta resistencia provocó que las tropas borbónicas conquistaran Barcelona en el año antedicho, pero de ningún modo se trató de la conquista de un Estado sobre otro, o de una nación sobre otra, sino de un hecho bélico únicamente entendible en el marco de una Guerra Civil entre españoles divididos en dos bandos.

Afirmar lo contrario es fantasear. Hacerlo  con la intención de manipular la objetividad de los hechos para obtener réditos políticos, envolviéndolo todo en el papel celofán del sentimentalismo, pertenece al ámbito de la indecencia.



Joaquín María Cruz Quintás

Toros y pedagogía


Se cuenta que cuando a Pérez de Ayala le argumentaron contra la tauromaquia la presunta crueldad de esta, él respondió con sorna: “Lleva usted razón, si yo fuera presidente del gobierno suprimiría las corridas de toros, pero como afortunadamente no lo soy, pues no me pierdo ni una”.  

Es evidente que en los últimos años viene germinando una corriente ideológica o aproximadamente sentimental que censura la tauromaquia como bárbaro ejercicio de maltrato animal. Creo que es una postura entendible --al igual que puede serlo defender a alguien que se dedique a asaltar supermercados para entregar su mercancía a quienes lo puedan necesitar-- pero también creo que únicamente es defendible desde una perspectiva superficial o tomando como base un esquematismo demasiado burdo o adolescente.

No tengo a García Lorca por un ser excesivamente abestiado, ni a Gerardo Diego por un morboso sanguinolento, ni a Ortega y Gasset por un primate. Tampoco creo que Picasso, Alberti o Hemingway tengan opciones reales de representar el eslabón perdido de la evolución darviniana. Y sin embargo todos ellos fueron devotos fervorosos de la poesía de los toros, al que consideraban arte culto y superior. Federico llegó a afirmar que “el toreo es probablemente la riqueza poética y vital de España, increíblemente desaprovechada por los escritores y artistas, debido principalmente a una falsa educación pedagógica”. Y creo que esa es la clave maestra. Una pedagogía que podríamos denominar “del sentimentalismo”. Aquella que sitúa la ausencia absoluta de dolor como único suelo donde puede asentarse la dignidad. Por tanto, si la tauromaquia hace sufrir al toro, habría que prohibirla. Pero tendríamos que extrapolar esta reflexión, para mantener la coherencia, al plano general y universal. Y sería entonces cuando nos percataríamos de la invalidez de este supuesto axioma. De sus pies de barro.

Los rescoldos de la polémica se han renovado estos días con el regreso de las corridas de toros a Televisión Española. Argumentan los antitaurinos (o los contrarios a las corridas de toros) que no es admisible la emisión en horario infantil de secuencias en las que aparezca un animal sufriendo. Si hiciéramos el mismo ejercicio anterior, acudirían a nuestra mente millones de escenas similares que nos han ayudado a conciliar el sueño a la hora sagrada de la siesta. Argumento falso e interesado, por tanto.

En cualquier caso, sería bueno intentar conciliar los gustos de taurófilos y taurófobos. A mí se me ocurre que por cada tarde que haya corrida en TVE se programe otra tarde sin toros. Y por cada tarde sin toros, una con corrida. Sí, no, sí, no. Y así sucesivamente…

Joaquín María Cruz Quintás

Economía y semántica

Andan a la gresca políticos y opinadores a propósito del nombre más apropiado con el que aludir al río de millones de euros que Europa ha vendido a España. ¿Es un rescate o una línea de crédito? En puridad, ambos términos son perfectamente correctos desde el punto de vista denotativo.

España ha solicitado un préstamo por el que, como es lógico, tendrá que pagar unos intereses. Y dicho préstamo no ha sido pedido por gusto o para financiar un proyecto cualquiera, sino para salvar al 30% del sistema bancario español (fundamentalmente cajas de ahorro previamente exprimidas y arruinadas por nuestros políticos, explotadas para financiar megaproyectos que quedaron sin pagar). Sin embargo, las reticencias del Gobierno -y el interés de la oposición- a emplear el término "rescate" vienen determinadas por el contexto político-económico internacional. Y es que dicho sustantivo ha sido empleado durante los últimos meses como sinónimo de "intervención" o "pérdida de soberanía", por lo que se ha venido impregnando de una suerte de superestrato semántico de reminiscencias greco-lusas que no es aplicable, bajo ningún concepto,  a la realidad de este préstamo a España.

Semejante identificación (y la fluctuación de significados) es generadora de dudas e incertidumbres perjudiciales para la "confianza", ese concepto totémico y extraordinariamente lábil que determina de manera práctica la muy concreta realidad de nuestras vidas.

Retazos de fraseología y léxico jaenés (XXXIX)

- Portarse bueno: En Baeza y otras poblaciones de la comarca es habitual referirse al buen comportamiento del vástago o pupilo con la sustitución del adverbio "bien" por el adjetivo "bueno", conmutando el circunstancial de modo por predicativo concordante en género y número con el sujeto. Es aún más frecuente en las clases populares: "Hoy me estoy portando bueno, ¿verdad?".

- Vergonzudo: También por los lares baezanos y colindantes se puede escuchar a menudo esta variación popular del adjetivo "vergonzoso", producto de la sustitución del sufijo por este otro, indicador de abundancia, procedente del latino -utus.




Quietud

"El Ángelus", de Jean F. Millet
Ha regresado la tarde de primavera abriéndose desde los canceles sobre las espadañas y las esquilas de los conventos baezanos. De nuevo las golondrinas. De nuevo se columbra el Aznaitín tras el proscenio urbano de tejados a dos aguas, cal y cipreses como ventanas medievales descollando entre los patios. De nuevo el merino de San Antonio balando en soledad, de nuevo la frescura de los huertos de alcarciles camino del cementerio. Allí, a la atardecida, los cipreses en su mitad dorados por la lumbre de Occidente. Jabalcuz, la montaña mítica, sombrea la ciudad lejanísima. Su catedral diminuta entre brumas. Se oye ladrar a los perros cancerberos, leones domésticos en sus reinos de pimientos y tomates. Corrientes silenciosas de agua subterránea y el ronroneo de los gatos sobre las tapias. Un tractor a contraluz, lejano, como en un cuadro de Millet, arroja un velo rumoroso sobre el día que muere. Sólo los jadeos del corredor exhausto profanan esta quietud sin término ni horizonte.

Es mentira (II)

"Los recortes en Educación no afectarán a la calidad de la enseñanza".

No es cierto.

Fundamentalmente porque entre las medidas anunciadas se contempla ampliar la ratio de alumnos por aula. Y teniendo en cuenta que el actual sistema educativo (escolar, pero también familiar) ha favorecido la indisciplina y el igualitarismo (con el consecuente y sistemático cuestionamiento del principio de jerarquía), el aumento de alumnos implicará, salvo excepciones, un aguzamiento del problema.

Es cierto, sin embargo, que nuestra ratio actual es inferior a la europea. Es cierto también que el gasto por pupilo que realiza la administración finlandesa, cuyo sistema educativo se considera el mejor, es notablemente inferior al español. Pero también lo es que aquellos son países civilizados, inteligentes, del Primer Mundo y en los que se pasan los días lloviendo.



Joaquín María Cruz Quintás

Es mentira (I)


“Franco siempre se mostró contrario a la democracia”

No es cierto.

De hecho, el que luego sería Jefe del Estado fue el encargado de defender la legalidad democrática tras el intento de golpe de Estado contra la República que llevaron a cabo las izquierdas revolucionarias, entre ellas un PSOE bolchevizado bajo la dirección de Largo Caballero, la Esquerra Republicana de Cataluña, los anarquistas, etc.

No sólo eso, sino que en 1932, tras el intento de golpe militar del general Sanjurjo, le había escrito:

Usted, al haberse sublevado y fracasar, se ha ganado el derecho a morir.

Anteriormente, tras el fallido golpe de Estado republicano contra la Monarquía de 1930, en el que participó muy decisivamente su hermano, el anarquista Ramón Franco, también le había censurado con vehemencia su actitud:

si pudieras escuchar hoy a los que se embarcaron contigo en la loca aventura, desengañados de sus errores, te convencerías de que lo que podía encajar en el cuadro de mediados del pasado siglo es imposible hoy en que la evolución razonada de las ideas, democratizándose dentro de la Ley, constituye el verdadero progreso de la Patria, y que toda revolución extremista y violenta la arrastrará a la más odiosa de las tiranías.

La progresiva deshumanización y descontrol de la II República le harían cambiar paulatinamente de opinión. Para él, la democracia había sido un intento noble, pero fracasado en España.

Joaquín María Cruz Quintás

Es mentira

Nueva sección para el blog en la que pondremos de manifiesto algunos errores o embustes (históricos o de actualidad) tomados a menudo por verdaderos.

España rediviva, redimible

La víctima de la fiesta, de Ignacio Zuloaga
Una de las bondades que debería propiciar la maldad de esta ruina que atenaza a España es la del alumbramiento de una nueva (vieja) ética que regenere nuestra mentalidad, codiciosa hasta la fecha: Una crisis de la conciencia.

Los regeneracionistas de Joaquín Costa y los profesores de la Institución Libre de Enseñanza acaso fueran unos náufragos finales en su voluntad de inhumar los vicios de sus compatriotas no por la política, sino por la Educación. "España es una sombra y apariencia de nación", escribió el aragonés en las primeras décadas del siglo pasado, y hoy, como entonces, se hace imperativo educar para la voluntad, frente a la abulia; para la liberalidad  y para la acción , frente al pasmo o la ataraxia. Voluntad racional alejada de sentimentalismos. Amputada de sensibilidades inocuas e inicuas, de populismo. De amoralidad.

¿Es España redimible? Lo será en tanto no se caiga en el trampantojo de asimiliar la enfermedad con sus síntomas o confundir la poda con el abono. Las enfermedades graves no tienen cura inmediata, pero nos arrojan la certeza de los pasos tuertos en el camino.

Redimir por la Educación. Pero, ¿quién educa en España? ¿Los padres? ¿Los maestros? ¿Los profesores? ¿Una televisión interesada en el negocio crematístico o en el rédito político? ¿Dónde se educa en España? ¿En los hogares? ¿En las escuelas? ¿En los institutos? ¿En los platós de colores y personajes chillones? ¿En las ficciones que reproducen en televisión los esquemas vitales de los acomodaticios y sus contravalores?

Redimir por la solidaridad, por la identidad. Pero, ¿qué es España? ¿Cuál es su verdadera personalidad, por cuya pérdida se lamentaba Picavea en las primeras décadas del siglo pasado? ¿Cuál el espíritu territorial del que hablaba Ganivet? ¿Cuál es nuestro proyecto común, si nos esclavizan las mentiras románticas de los nacionalismos y nos avergonzamos insolidariamente de lo que nos es mutuo y recíproco?

Redimir, finalmente, desde la modernidad europea. La misma que Zuloaga postulaba coloreando de pinceles la negrura cotidiana. España europea que  Ortega anheló siempre con la amargura sombría del horizonte aplastándole la pluma sobre las cuartillas.

Hoy, sin embargo pero con esperanza, queremos pensar que esa redención -frustrada- es posible. Desde abajo, siempre.

Joaquín María Cruz Quintás

Valentía, verdad, libertad

"No se pueden corromper las personas. Ni siquiera con mensajes falsos. Quisiera decir una palabra a aquellas personas que hoy, llevadas por tantas ideologías que acaban por no orientar bien sobre lo que es la sexualidad humana, piensan ya desde niños que tienen atracción hacia las personas de su mismo sexo, y a veces para comprobarlo se corrompen y se prostituyen, o van a clubs de hombres nocturnos". Estas son las palabras que el obispo de Alcalá, moseñor Reig Pla, pronunció el pasado viernes. Viernes Santo: efeméride de la inocencia asesinada. Podría suscribir punto por punto cada uno de sus asertos, que se me revelan de una nobleza y humanidad sumarias. El socorro del débil frente al tirano. La defensa de la verdad. De la libertad esencial (individual) del hombre. Y sin embargo, en este contexto de prisas mentales y clichés ideológicos, de sumisión genuflexa al pensamiento hegemónico, estas palabras libres y valientes sólo han encontrado la embestida furibunda de la mayoría de los medios.

La antigüedad de muchos de los valores que nos han hecho humanos no debería ser óbice para su custodia. De la misma manera en el caso contrario. El progreso implica armonización y equilibrio. La modernidad debe construirse sobre un sistema de pesos y contrapesos, pero no se puede socavar las piedras angulares del mundo civilizado por miedo a que te arrojen a la cabeza las de la mujer adúltera.

Libertad y verdad son los dos ejes axiales del Evangelio. Una Libertad con mayúsculas que no entiende de arbitrariedad y sí de libre albedrío. Libertad frente a libertinaje. Y Verdad frente a demagogia, frente a comodidad y relajación mental. Proyecto vital exigente de esa intrepidez que hizo abandonar a los once la casa donde se escondían de los judíos hasta el Domingo de Pascua.

Lo demás: La intolerancia (anti) religiosa, la ignominia, la lapidación, la sumisión al pensamiento hegemónico, el rasgo de vestiduras,... forman parte de otros capítulos de esos relatos que cambiaron la Humanidad.

Joaquín María Cruz Quintás

Calle, primavera y mala suerte


Ahora que no está Fraga, la calle ha cambiado de propietario. Ya no es de él, sino de ellos. ¿Y quienes son ellos? Los que miran hacia el franquismo con nostalgia, defendiendo un marco de relaciones laborales heredado de aquel Régimen ominoso. Que los sindicatos de clase añoren el fruto de la época de los verticales sería una paradoja divertida si no hubiera cinco millones y pico de españoles que se pasan la mañana en zapatillas de paño. La calle será suya (de ellos) el próximo veintinueve, como ha venido siéndolo desde el 15-M o durante la primavera valenciana, aún más tempranera que la de El Corte Inglés.

Lo malo de las manifestaciones que suceden tras este equinoccio es que favorecen la alteración sanguínea, como es conocido. Los del 15-M son gente pacífica pero con mala suerte, porque se les juntan siempre los violentos. En esto, los de las manifestaciones pro-vida, por la familia o contra el terrorismo son más afortunados. Sus concentraciones nunca tienen incidentes, oiga. Pero ya se sabe, desde Juan de Mena, que Fortuna es caprichosa y arbitraria. Y se ha cebado también con los manifestantes antigubernamentales de la ciudad del Turia, rodeados de chiquillos inocentes.

Pero la  modalidad del supuesto demócrata que se pasa la ley por los colgajos inguinales no es nueva. Cuando Pablo Iglesias dijo en el Parlamento el 5 de mayo de 1910 que “este partido estará en la legalidad mientras la legalidad le permita adquirir lo que necesita; fuera de la legalidad cuando ella no le permita realizar sus aspiraciones", seguramente no imaginó que en la España de inicios del siglo XXI habría multitud de compañeros dispuestos a recuperar lo mejor de su pensamiento. Porque habrán llegado a la conclusión de que siempre hay que ser justos con la memoria de los nuestros.

Joaquín María Cruz Quintás

El retorno de la democracia

La esencia de la democracia viene ineludiblemente definida por la separación real de los tres poderes del Estado: legislativo, ejecutivo y judicial. Por ello y por el reconocimiento del ciudadano como sujeto libre con derechos y obligaciones para con su comunidad. De modo que, en sentido estricto, podemos afirmar que la última democracia efectiva en España no duró  más de ocho años: desde las primeras elecciones generales de 1977 hasta la decisión de Alfonso Guerra y Felipe González de pulverizar la independencia del poder judicial, previa sodomización intelectual de Montesquieu.

Afirmaba Borges que la democracia es un abuso de la estadística, y como semejante perversidad la entienden quienes se rasgan los ropajes ante la decisión de Alberto Ruiz Gallardón de devolver a España su condición de Estado democrático liberal. Es el poder judicial el que debe controlar al ejecutivo y no a la inversa. Lo contrario es propio de estados totalitarios o autoritarios, de dictaduras en las que la idea de libertad es solo metáfora del porvenir.

Mención aparte merecería el abuso del adjetivo —del sambenito— con el que la oposición (política y periodística) califica la noticia: "conservadora", "involucionista", "reaccionaria". Para ellos, regresar a una fecha pretérita es siempre sinónimo de retroceso. De lo cual se podría colegir, por ejemplo, que el Renacimiento fue, con su mirada retrospectiva a la cultura grecolatina, un atraso formidable. ¡Cráneos previlegiados!

Las lumbres

La sabiduría popular estira las Navidades hasta la fiesta de San Antón, cuando la Estrella de Oriente se atomiza en mil lumbres con olor a torrezno y flor de romero, con bailes populares de museo y mocicas que se escapan, pícaras, de madrugada. Son estrellas fugaces o cometas de plazuela cuyas pavesas se recortan frente a la cal de las casonas viejas, "como si el cielo estuviera lloviznando lumbre", a decir de Pedro Páramo. La de hoy es una fiesta sin trajes de fiesta, una fiesta de ropa cómoda o con remiendos, porque es una continuación en la calle de la intimidad cálida y en familia del hogar de cada uno. 

Joaquín María Cruz Quintás.

Rebautismos callejeros

Paseaba hace unos días por el Jaén renombrado, aunque no por sus hazañas ni gentes --que quizá lo merezcan, no lo pondré en duda--, sino por haber convertido los rótulos de sus calles en una superposición de nombres absurdos, como si fueran palimpsestos o muros desordenados de carteles publicitarios.

Esta fijación por cambiar nombres de calles como quien fija carteles responde a una estrecha forma de pensamiento que, acaso con tan buena intención como incultura, deja al descubierto a quienes postulan semejantes políticas. Porque si se eliminan los nombres de ciertas personalidades sin culpa demostrada pero con cargos en una época concreta de nuestra Historia, habría que suprimir igualmente los casos similares de otros períodos anteriores.

Pero hay que valorar lo positivo de este tipo de decisiones, muy beneficiosas para lo que se viene llamando, algo pretenciosamente, "risoterapia". Ejemplo: A la antigua plaza de las Batallas, que gira sobre el eje del gran monumento de Jacinto Higueras, nuestros políticos la han rebautizado como Plaza de la Concordia, que es una cosa muy emotiva y dulcecita, como de repostería. A los susodichos eso de las batallas les debe de recordar a Franco una barbaridad, y es posible que hasta vean camisas azules en la estatuaria de la batalla de las Navas de Tolosa (1212) y la de Bailén (1808), las dos únicas que conmemora el monumento. Si no lo relacionaran con el franquismo no tendría sentido que hayan dejado el nombre de "Batalla de Bailén" a una calle unos metros más arriba. Sonriamos al pasar por ella.

Leemos en El camino de Miguel Delibes que en los pueblos no existía demasiada misericordia al aplicar el sacramento del bautismo, tan horribles eran muchos nombres. Lo de nuestros políticos no es déficit de estética, sino de ética, cultura y sentido del ridículo. 

Joaquín María Cruz Quintás.

Mala gente o gente mala

Leo en prensa con cierto estupor que el ministro de Economía ha nombrado Secretaria de Estado de Investigación a doña Carmen Vela. La Derecha española, o es lo más liberal de pensamiento que en una democracia pueda concebirse --incorporando esa ilimitada capacidad de perdón que su tradición cristiana le proporciona-- o bien ha alcanzado definitivamente la cima de la estupidez.

Porque doña Carmen Vela participó de manera significada en ese acto de la penúltima campaña electoral en el que se humillaba a media España con el aplauso risueño de los artistas de siempre. Ética y arte son, a priori, compartimentos estancos, y ya Nietzsche profundizó en la cualidad extramoral de las manifestaciones artísticas. Gil de Biedma, hombre de izquierda a quien no admitieron en el PCE por homosexual, se quejó poemáticamente de que media España ocupara el espacio de España entera. 

Seguramente resulte complicado ser verdaderamente liberales. Pero no debería ser tan difícil dejar de ser malos. Verdaderamente malos.

Joaquín María Cruz Quintás.




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