Cuando el Gordo Penitente -aquel capataz de la hermandad de los Gitanos que debió de asemejarse a una albóndiga de cuaresma- dijo, arengando a sus costaleros, aquello de "¡A los cables con Ella!" (a los cables del antiguo tranvía sevillano), nunca imaginó que en el siglo XXI se le iba a recordar por esto, no sólo en Sevilla, sino en Jaén, tan lejana. Ni tampoco lo pudo intuir aquel costalero llamado el Balilla, a quien lo que su capataz les decía le supo a poco y alumbró, ipso facto, la expresión hoy tan extendida de "¡Al Cielo con ella!"
El faraónico despropósito que supondrá la próxima obra del tranvía de Jaén (17000 millones de pesetas y la casi anulación para el tráfico no tranviario del Paseo de la Estación) mutará, es evidente, el paisaje urbano de una parte muy importante de la ciudad. Cuando las cofradías de los nuevos barrios se aproximen -el paso cadente y sobrio, o bien airoso y alegre- al itinerario oficial de la calle Roldán y Marín dibujarán un lienzo que podremos calificar cuando menos de esperpéntico. Será el momento en el que muchos rememoren la escueta arenga del Gordo Penitente, aunque mudando la intención y variando la receptora: "¡A los cables con ella!"
Dios mío, pobre alcaldesa.
El faraónico despropósito que supondrá la próxima obra del tranvía de Jaén (17000 millones de pesetas y la casi anulación para el tráfico no tranviario del Paseo de la Estación) mutará, es evidente, el paisaje urbano de una parte muy importante de la ciudad. Cuando las cofradías de los nuevos barrios se aproximen -el paso cadente y sobrio, o bien airoso y alegre- al itinerario oficial de la calle Roldán y Marín dibujarán un lienzo que podremos calificar cuando menos de esperpéntico. Será el momento en el que muchos rememoren la escueta arenga del Gordo Penitente, aunque mudando la intención y variando la receptora: "¡A los cables con ella!"
Dios mío, pobre alcaldesa.
Joaquín María Cruz Quintás