JOAQUÍN MARÍA CRUZ QUINTÁS (Jaén, 1981) es licenciado en Filología Hispánica por la UJA. Doctorando en posesión del Diploma de estudios avanzados (DEA), otorgado por las Universidades de Jaén y Granada, dentro del Programa interuniversitario de doctorado El Veintisiete desde hoy en la literatura española e hispanoamericana (La Edad de Plata). Profesor de Lengua castellana y Literatura y Latín en el I.E.S. Ruradia (Rus, Jaén).

Las sociedades enfermas

Acabo de leer en prensa la noticia del fallecimiento de una mujer en el metro de Roma a manos de un canalla que pasaba por allí, con el que estaba discutiendo sobre el orden de la fila de pasajeros para acceder al subterráneo. La noticia no dejaría de referir un horrible suceso más de la larga y morbosa lista con la que a menudo nos atiborran los noticieros, siempre bien poblados de criminales e individuos que han perdido definitivamente la dignidad y la moral. Pero al terror que entraña  el asesinato de una persona, con el agravante de una motivación nimia, tenemos que sumarle en esta ocasión el perjuicio de la desidia social: Ninguno de los testigos que ocupaban aquel andén movieron un solo dedo para impedir la mortal agresión.

Los hechos son reveladores del clima moral que lleva instalado años en nuestras sociedades del supuesto primer mundo. Al encumbramiento del Bienestar como valor supremo, le ha seguido a modo de inevitable corolario el desprecio por la vida en los casos en los que el amparo de esta ponga en peligro el mantenimiento de aquel (aborto, eutanasia, dejación de auxilio). A lo que habría que sumarle la desaparición de valores y conceptos ancestrales que han pasado a ser considerados antiguallas (como las nociones de “prójimo” o “pecado de omisión”) en beneficio de un materialismo y un individualismo erigidos en piedras angulares de una generación que se da golpes de pecho ante el altar mediático de la hipocresía, lamentando el sufrimiento de los hombres que languidecen tras el televisor, mientras huye despavorida o sencillamente calla cuando le puede oler el aliento a la desgracia ajena. Cuando ve amenazado su estatus y su vida holgada de devoto del Bienestar.

Joaquín María Cruz Quintás 




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