JOAQUÍN MARÍA CRUZ QUINTÁS (Jaén, 1981) es licenciado en Filología Hispánica por la UJA. Doctorando en posesión del Diploma de estudios avanzados (DEA), otorgado por las Universidades de Jaén y Granada, dentro del Programa interuniversitario de doctorado El Veintisiete desde hoy en la literatura española e hispanoamericana (La Edad de Plata). Profesor de Lengua castellana y Literatura y Latín en el I.E.S. Ruradia (Rus, Jaén).

Retazos de fraseología y léxico jaenés (XXVII)

-          Lobino: Este es el sustantivo con el que en el habla popular de la provincia de Jaén se nombra al abultamiento que suele crecer en el cuero de la cabeza, más generalmente denominado “chichón”, palabra esta que desciende --muy desvirtuada o evolucionada-- de la latina “abscessĭo” (“tumor”). La voz “lobino” es, a su vez, deformación de “lobanillo”, que el diccionario de la RAE define como “bulto superficial y por lo común no doloroso, que se forma en la cabeza y en otras partes del cuerpo”. De la voz latina vulgar “lupĕa” procede el término “lupia”, sinónimo de los anteriores, aunque lo más probable sea que “lobino” resulte de la confusión de “lobanillo” por “lobinillo”, considerándolo erróneamente un diminutivo cuya forma no alterada por sufijación sería “lobino”.
Fue muy conocido en la ciudad de Jaén durante las primeras décadas del siglo XX un personaje peculiar conocido como “Lobinico” (miembro de la cofradía de la Vera-Cruz o de las Siete Escuadras, en cuya procesión de cada Jueves Santo participaba activamente), a cuyo generoso “lobino” en un lateral de la frente debió su apodo.

-          Airazo: Resulta curiosa la asiduidad con la que en Jaén capital se utiliza este aumentativo para designar las ventoleras que frecuentan las calles de la ciudad en los días revoltosos de otoño e invierno. Al viento mordaz que, procedente a menudo de la vecina sierra de Jabalcuz, envisca con virulencia las copas de los magnolios de la plaza de Santa María, dejando un bullicio de persianas metálicas y paraguas abandonados, los giennenses no solemos llamarlo tanto “viento” como “airazo”.


Joaquín María Cruz Quintás

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