JOAQUÍN MARÍA CRUZ QUINTÁS (Jaén, 1981) es licenciado en Filología Hispánica por la UJA. Doctorando en posesión del Diploma de estudios avanzados (DEA), otorgado por las Universidades de Jaén y Granada, dentro del Programa interuniversitario de doctorado El Veintisiete desde hoy en la literatura española e hispanoamericana (La Edad de Plata). Profesor de Lengua castellana y Literatura y Latín en el I.E.S. Ruradia (Rus, Jaén).

Brasero, Tchaikovsky y adolescencia


Esta tarde fría, que se ha ido volviendo yerta con la cercanía del ocaso, mientras anunciaba prematuros laboreos en los olivares de la Loma, he decidido quedarme arrebujado junto a las ascuas de la mesa camilla, faltando a mi cita deportiva de los martes. Pretenden sustituir el brasero por modernos sistemas de calefacción que nunca podrán igualar las caricias que nos regala este aparatejo heredado de nuestros abuelos, y que con el paso de las décadas ha ido evolucionando de manera casi testimonial: desde aquellos braseros de erraj que yo no llegué a conocer hasta los actuales radiadores de aceite embutidos entre la madera del entarimado. Hace mucho tiempo leí que su origen estaba relacionado con los moros de Al-Ándalus, quienes quizá acostumbraban a dormir sobre un lecho con orificios bajo el cual situaban unas ascuas, de donde provendría su nombre. No alcanza mi memoria a verificar la fidelidad de la fuente, pero me gusta tomarla por verdadera.
 
El calor tibio del brasero es benéfico para la lectura, propicio para la escucha de música clásica, perfecto para el maridaje entre ambas. Y hoy me ha permitido reencontrarme con un compositor que acompañó mis lecturas y mis soledades, iluminadas de flexo, en la adolescencia: Tchaikovsky. Un buen amigo de los quince años, aspirante a musicólogo, me prestó varios discos del autor ruso, y durante un tiempo la dulzura romántica de sus pentagramas empapó las páginas de mis libros, también de los textos que yo mismo escribía. La adolescencia es naturalmente romántica. Pero acaso lo sea más su memoria.
 
En el recuerdo mezclo estas notas musicales con la lectura de muchas páginas sobre la historia de Jaén, con versos de Neruda o de algún autor del 27, con los largos períodos sintácticos de la prosa de Muñoz Molina. También los asocio a momentos de duda o a los primeros aldabonazos notados en mi interior ante una obra de arte.
 
Pero que quede claro: Esta reflexión, este recuerdo, es simple consecuencia de haber caído en la tentación del brasero. La carne es débil. Aunque a veces acabe estimulando el pensamiento y el espíritu.

Joaquín María Cruz Quintás

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