JOAQUÍN MARÍA CRUZ QUINTÁS (Jaén, 1981) es licenciado en Filología Hispánica por la UJA. Doctorando en posesión del Diploma de estudios avanzados (DEA), otorgado por las Universidades de Jaén y Granada, dentro del Programa interuniversitario de doctorado El Veintisiete desde hoy en la literatura española e hispanoamericana (La Edad de Plata). Profesor de Lengua castellana y Literatura y Latín en el I.E.S. Ruradia (Rus, Jaén).

De la obligada juventud

La muerte de Álvaro Ussía en las últimas semanas parece que ha servido como punto de inflexión -¿o acaso como una raya en el agua?- para reflexionar sobre la realidad en las fiestas de la «la noche» española, que por otra parte no son sino el reflejo del modelo de diversión único para la gente joven que se viene difundiendo desde los magníficos años (para el narcotráfico) de la movida madrileña de Tierno Galván.

Como tenemos la mala suerte de no poder ser jóvenes si no trasnochamos, los que no frecuentamos esas cavernas humeantes seremos –qué le vamos a hacer- relegados y rotulados con el sambenito de «aburridos» o, en apología de una supuesta e imperecedera adolescencia, de «abuelos». Porque la ancianidad no estriba en el físico sino en la mente, como bien conocen las maduritos que frecuentan las covachas discotequeras disfrazados de jóvenes y jóvenas púberes, sacrilegios andantes del decoro o personajes alegóricos del «tempus fugit». Y es que, al parecer, la planta de la eterna juventud no se halla, como en el poema mesopotámico de Gilgamesh, en el fondo de las aguas marinas, sino en alguna planta o piso de esos locales en los que a veces se suceden episodios de matones (o terroristas) más propios de la actual Mesopotamia que de un país civilizado y liberal.

Joaquín María Cruz Quintás

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