JOAQUÍN MARÍA CRUZ QUINTÁS (Jaén, 1981) es licenciado en Filología Hispánica por la UJA. Doctorando en posesión del Diploma de estudios avanzados (DEA), otorgado por las Universidades de Jaén y Granada, dentro del Programa interuniversitario de doctorado El Veintisiete desde hoy en la literatura española e hispanoamericana (La Edad de Plata). Profesor de Lengua castellana y Literatura y Latín en el I.E.S. Ruradia (Rus, Jaén).

De ratas y rateros

El diputado nacionalista de Esquerra, Joan Tardá, ha tildado de «corrupto» al Tribunal Constitucional, después de que la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña haya pedido un informe a los «Mossos» sobre los exabruptos que profirió en un acto de las juventudes de ERC, en las que lanzó al viento aquello de «¡Muerte al Borbón!».

El parlamentario catalán intenta defenderse afirmando que es un grito sacado de contexto por la prensa de «Madrit» y que en ningún caso desea el óbito de nuestro monarca, sino más bien el de Felipe V, ha venido a decir. Hombre, eso de matar a los muertos y a los remuertos tiene que ser algo como mínimo aburrido, sin chiste ninguno. Pero el diputado se escuda en que no era más que un grito de la Guerra de Secesión empleado por él de manera absolutamente inocente. Si no fuera porque es innegable que se trata de una ridícula excusa con la que Tardá reincide en su afán de tirar la piedra y esconder el puño, la escena sería interpretada como propia de un anacrónico perturbado con camisa de fuerza.

En cualquier caso, suponiendo que el otro día no quisiera hacer apología del asesinato, resulta evidente que la vinculación con la violencia del partido Esquerra Republicana ha sido, y es, verdaderamente estrecha: Hoy por hoy, son frecuentes las algaradas independentistas con actos vandálicos por las calles barcelonesas. Y durante la Segunda República –época de la que se sienten especialmente orgullosos- la ERC organizaba sus bases, los «escamots», adiestrándolos en el empleo de la fuerza, en comunión con los movimientos totalitarios en auge. Y fue el día seis de octubre de 1934 cuando la Generalidad catalana se sumó a la insurrección golpista que el día anterior se había desatado en el resto de España -organizada por los sectores más radicales de las izquierdas- contra el gobierno de centroderecha.

Que Tardá arremeta contra el TC acusándolo de no cumplir las reglas de juego, cuando hace pocas fechas participó -junto a sus afines- en un sonoro homenaje al «ex president» Lluis Companys (encarcelado durante la República por conjurar contra ésta y proclamar el nacimiento del «l `Estat catalá») provoca, cuando menos, la sonrisa.

De cualquier manera, los nacionalistas de Esquerra continuarán quejándose de la supuesta catalonofobia, de que Madrid les niega su identidad y de que el resto de españoles los tachamos de ser algo «ratas». Pero lo cierto es que al menos esto último sí se cumplió en Companys, cuando, tras el estrepitoso fracaso de aquel octubre, intentó fugarse por el alcantarillado.

Joaquín María Cruz Quintás

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